domingo, 24 de julio de 2016

ILUSTRE LETRADO


Inexistentes son, en asuntos de derecho, las causas justas y los motivos legítimos al sacrificio de una verdad manipulada o escogida según las necesidades de cada caso.
No tengo rival alguno en el estrado y actúo, con la venia, en pos del único capital que me motiva: Mi egoísta beneficio económico. 
Excuso el brutal apetito de ave carroñera que me invade por dentro, inherente al practicante habitual del oficio que atropello y esconde su cola al mismo tiempo que lo dejo sin argumentos estables o coherentes. Con el principio de la legalidad, ni se me ocurre por un momento perder el juicio, aunque el tiempo sea un enemigo letal y el estrés acompañado de la ansiedad mis únicos aliados para pisotear a mis víctimas sin tan siquiera mirarlos a los ojos.
Usted, ¿es delincuente o asesino?, ¿que importa eso?, puede hoy refugiarse a mi vera, inocente o culpable, sinceramente es que me da igual, siempre y cuando esté dispuesto a pagar por ello usted obtendrá la sentencia que desee y a su más entera satisfacción. 
Aunque el ganar o perder los casos, me es al fin y al cabo totalmente indiferente, sin notar en mi memoria ni el más mínimo remordimiento de conciencia en mi larga trayectoria como letrado. Por mi ética profesional, acerca del caso que usted hoy me viene a plantear, tampoco sería motivo suficiente para justificar un impago de mis honorarios, el resultado o la sentencia, sea cual sea la elegida o sorteada para ese día por el ilustre Sr. juez.
Estos pensamientos cruzaban su cabeza mientras simulaba escuchar con atención el relato del próximo cliente a desplumar, solo le faltaba estirar de esa lengua de charlatán y descifrar de cuanto efectivo disponía para exprimir todo el jugo, igual que hizo con todos los demás.
Y llegó el momento clave: Sr. Seigmawell, comentados todos los detalles más relevantes, para comenzar con su defensa y conseguir su inocencia, la previsión de fondos asciende a un importe de.... apareció un largo silencio, mientras mantenía fija la mirada en los ojos del desamparado cliente con cara de conejito apunto de ser degollado, hasta que éste por iniciativa propia ofreció una cantidad igual o muy cercana a todo su efectivo disponible en sus cuentas bancarias.















2 comentarios:

  1. A veces no sé qué me gusta más: tu relato o tus fotos. ¡Fantásticos ambos!

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    1. Carmela Lopez!!
      gracias por tu comentario!! es genial.
      Los relatos ayudan a comprender la historia del lugar, Texto e imagen se complementan,,, con la idea de hacer resurgir emociones relacionadas con recuerdos que ni tu conciencia recordaba.
      Jordi Vall
      Recuerdo Abandonado

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