viernes, 10 de marzo de 2017

MENU DEL DIA


Lo que hasta la fecha era un gran negocio de suculentos desayunos, menús y meriendas estaba perdiendo por momentos la fiel clientela de siempre. Una nueva variante, una carretera que alejaba a mis asiduos clientes conseguidos a lo largo de los años era la causa principal.
Recuerdo el día en que Fidel empezó a trabajar en el restaurante, era un camarero excepcional. Era alto, delgado, con espalda curvada y cojeaba con exceso, pero siempre se presentaba con la mejor de sus sonrisas.
Con su trato aumentó el número de comensales y la facturación por cada mesa, era sorprendente, aunque el resto de camareros y cocineros nunca pudimos descubrir que estrategias utilizaba para conseguirlo. 
Todos los días por la noche, al acabar de recoger la cocina, nos sentábamos los dos en la mesa junto a la televisión encendida y a la que nunca prestábamos atención, era el momento de saborear la copa de coñac "Torres 5", comentar la jornada y hablar de nuestras cosas. No pude contenerme, la última noche antes de cerrar el local para siempre, le miré a los ojos y directamente con tono serio le comenté: Fidel!, ¿Como has conseguido mes a mes vender el doble o el triple de huevos en las sopas de cebolla que el resto de camareros?, eso me tiene intrigado, por favor, esta vez no me contestes con las evasivas de costumbre.
Se dejó caer sobre el respaldo, acarició su copa, encendió un cigarrillo y al echar el humo contestó: muy fácil, cuando ofrezco la sopa de cebolla a los clientes, simplemente les comento con una buena sonrisa, "la sopa de cebolla viene con un huevo, ¿quiere que le ponga dos?", y es así como por norma todos los clientes me piden la sopa con dos huevos, para convertirla en el plato estrella de nuestro restaurante.













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